En primer lugar, y como ya comentamos antes ambos forman parte del escudo de Madrid. Pero ¿por qué tienen tanto peso como para estar incluidos en él?
Cuenta la leyenda que se eligió un oso en homenaje a un oso pardo muy grande que cazó el Rey Alfonso XI en uno de los montes de Madrid, al que se le llamó “el del pardo” y tras esa hazaña se decidió incluir al animal en el escudo. En aquel entonces era frecuente que los osos vagaran por las inmediaciones de la ciudad.
¿Y el madroño? En cuanto a la utilización del madroño, surgió ante una disputa entre la Villa de Madrid y la Iglesia en el año 1222 por la propiedad de unas tierras próximas a Madrid. Finalmente, se concluyó que la Villa se quedaría con las zonas arboladas y la Iglesia con los pastos, de ahí que se incluyera el madroño (árbol habitual en la zona) para acompañar al oso en el escudo.
Curioso, ¿verdad? Este es uno de los símbolos más castizos y que mejor representa a nuestra querida ciudad Madrid.