
Es inevitable con la llegada del otoño que nos entre la nostalgia, aunque aún las temperaturas no acompañan nos viene a la cabeza el recuerdo de las castañas y la figura de La Castañera.
En cuanto se acerca el frío, empiezan a aparecer como salidos de la nada los pequeños puestos de castañas, y nos regalan ese aroma que nos llena de recuerdos y nos devuelve sensaciones ya olvidadas.
Una tradición tan castiza y nuestra que si nos faltase la echaríamos de menos. Disfrutemos ahora de este fruto de otoño, de cualquier manera, asadas, crudas, en cremas, suflés, estofadas con mantequilla o como guarnición, también son buenísimas para la repostería.
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