Con la llegada del calor, la gastronomía se transforma totalmente dando paso a los platos frescos llenos de color y ligeros. Una alternativa, sobre todo para las noches de verano son las tapas, una forma de comer de forma variada de «picotear» diversos alimentos y sabores.
Y si hay algún plato que destaca, es la tortilla de patata que junto a la paella se ha convertido en uno de los platos más representativos de nuestro país. Además de ser protagonista en las tapas, también reina a modo de pincho a la hora del aperitivo.
Para encontrar la primera referencia de la tortilla de patata, tenemos que remontarnos a principios del siglo XIX en un texto dirigido a las Cortes de Navarra. En él se exponía que entre seis personas comían dos o tres huevos mezclados con patatas.
Está claro que el origen de este plato era la hambruna que sufría la población de la época. Se buscaba saciar el hambre con un plato nutritivo y barato, ya que los ingredientes los encontraban en el campo.
Pese a que sus formas más conocidas y típicas, con o si cebolla, la tortilla de patata se presta a un sinfín de maneras de elaboración como por ejemplo con morcilla, ajetes, etc.
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